martes

Hasta que no exista ningún final

Tumbado, la arena se cuela por todas las rendijas de mi ropa. Sobre mí, un cielo infestado de estrellas. De repente, una melodía se abre camino por mi mente. ¿De dónde proviene? El pequeño altavoz de un móvil es el responsable de emitir esos acordes que quedan suspendidos en el aire por, lo que parece, una eternidad. Cierro los ojos. El sonido me envuelve totalmente, no existe nada más alrededor.

Sin avisar, depositan ese pequeño aparato en mi pecho, justo encima del corazón. Siento las vibraciones con todo mi cuerpo, el chorus de la guitarra comienza a calentar mi interior y mis ojos se llenan de lágrimas. Todo vuelve a mí en forma de imágenes, diapositivas de un pasado que nunca debo olvidar.

Desde el principio hasta el fin has estado presente. Desde que renací al mirarte a los ojos. Desde que mi vida comenzó a existir. Pasan, sin pausa pero sin prisa por mi mente. Buscarte, mirarte e incluso temerte. Cada sensación la vuelvo a sentir como el primer día.

La canción parece haber durado todos estos años, pero ya distingo sus acordes finales. Y tal y como empezó, la última nota distorsionada queda suspendida en el aire envuelta en una estela de colores cálidos. El pequeño reproductor absorbe todo el calor que me había infundido a través de su altavoz y dos lágrimas caen sobre la fría arena de la noche.

Sólo puedo pensar en una cosa y tengo un mal presentimiento. Así que prométeme una cosa. Que estaremos juntos, juntos siempre, hasta que no exista ningún final.

1 comentario:

眠れない dijo...

¿Puedo llorar yo también? :\

PS: Eres bueno pa' tu edad.